lunes, 26 de abril de 2010

MODELO DE DESAROLLO ESTABILIZADOR
La economía mexicana experimentó un crecimiento lento, de 1910 hasta mediados de los años 30's. Ese ritmo de crecimiento hasta 1928 fue impuesto por la incertidumbre política, el conflicto y la inestabilidad nacional. En estos años la economía estuvo apoyada en el sector agrícola, del cual gran parte de su producción fue exportada a Estados Unidos. En estos años las ciencias económicas han decretado que México contaba con un modelo económico de exportación de productos primarios.Después de la gran depresión económica de 1929, cuyos efectos duraron hasta 1933, México inició una etapa de crecimiento económico, acelerado, pero dentro del mismo modelo, es decir, se priorizaba la inversión en el sector agrícola, porque la exportación de productos primarios tenía mercados más o menos seguros y producía divisas (moneda extrangera o títulos de crédito amparados por la misma) a un nivel aceptable. Por ello, el gobierno realizó inversiones públicas en transportes y comunicaciones, impulsó obras de irrigación y fue aplicando el Reparto Agrario prometido a los campesinos desde 1917. Este crecimiento económico basado en la expansión del sector agrícola se ubica desde mediados de los años treinta hasta finales de los cuarenta.Sin embargo, desde 1941, al iniciarse el sexenio de Ávila Camacho, el estado toma la decisión de dar el giro e iniciar ya un cambio significativo en la política económica y comienza, por lo tanto, a promover, con diferentes medidas, el desarrollo industrial del país. Ciertamente las primeras formulaciones gubernamentales en ese sentido se hicieron durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas (1936-1940), pero fue Ávila Camacho quien pudo imprimir un vigoroso impulso a la industrialización.El cambio de modelo económico no se dio de manera intempestiva o fortuita. México exportaba por estos años cantidades considerables de productos agrícolas y de materias primas extractivas, exportaciones que aumentarían al verse la economía norteamericana sometida a los ritmos y requerimientos derivados de su participación en la Segunda Guerra Mundial. El sector primario había respondido con bastante eficiencia ante esta demanda y todo indicaba que lo seguirían haciendo. Más tarde, incluso, la colaboración de este sector se dio mediante le envío de miles de campesinos de todo el país que fueron a trabajar legal y directamente a los campos norteamericanos.Por otro lado, las divisas producidas por las exportaciones mexicanas, que eran las que venían financiando las importaciones de bienes de consumo, significaban un recurso significativo para impulsar, ya no la importación de bienes, sino su producción interna. Una planta industrial encaminada a sustituir dichas importaciones, se pensó, fortalecería la economía nacional y le daría ciertas ventajas para el futuro.Como han señalado dos importantes historiadores del México contemporáneo, tales circunstancias coincidieron con una idea fija en los gobiernos post cardenistas: primera era necesario producir la riqueza, después se repartiría. A partir del gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) el impulso industrializador fue aún mayor y se depositaba en la industria la esperanza de la creación masiva de riqueza, que se ser repartida, conseguiría avances sin precedentes en el desarrollo nacional. Estas ilusiones basadas en los principios doctrinarios de las teorías económicas en boga, también servirían después para dar sustento a la mayor intervención del estado como rector de la economía y como tal, inhibidor de los fenómenos desestabilizadores en la misma.

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